jueves, 17 de noviembre de 2011

Mi don, tu don

           
Tengo  un don, si un don,  no sé si bueno o malo pero me sirve para reflexionar y para dar de mí lo mejor cada día.
Este don me permite ver el futuro con el sólo hecho de mirar un niño, de observar las escuelas, los hospitales, los trabajadores, de contemplarte  a vos.
“Yo veo el futuro con ojos muy claros que a veces se me vuelven turbios casi sin querer”.
Lo vi muy de cerca en las calles de mi país.
Lo vi en los chicos, en los jóvenes, en las familias que caminaron, infatigables, esos días de júbilo, en los que celebramos nuestro tan conmemorado Bicentenario Argentino.
En todas esas emociones, entre todas esas intuiciones y saberes hilvanados por la
celebración colectiva, estaba yo y estabas vos, estábamos nosotros, los docentes.
Estuvo el resultado vivo de nuestro compromiso.
 Las calles argentinas mostraron que es posible educar, que es posible aprender y que el futuro no está sellado ni determinado, está abierto para que hagamos el intento de dibujar en él nuestro mejor proyecto educativo.
¡Veo cosas lindas y maravillosas, pero también veo otras que quisiera no ver!
¿Qué nos esta pasando?¿Por qué aceptamos ser parte de una sociedad enferma?¿Por qué lastimamos o dejamos que nos lastimen?
Quisiera ver menos agresión, menos pobreza, menos delincuencia, menos muertes.
Pero no entiendo, no entiendo, cada día entiendo menos.
¿Por qué lastimar a un niño?¿Por qué quitarle la vida a mi hija, a mi hermana, a mi amiga, a mi madre, a vos a mí? ¿A quién más?
Cuánto para pensar, cuanto para rever, cuanto para cambiar.
¿Y las leyes, y los derechos del niño, y los derechos humanos y tus derechos y los míos?No sé qué  harás vos, ni qué harán ellos, pero yo si sé. Sé que desde nuestro pequeño lugar podemos hacer el intento, sé que siendo docentes debemos al menos probarlo.
Enseñar a que haya un compromiso ciudadano, a que cada uno pueda participar
políticamente, a que exista la verdad, a que debo respetar si quiero que me
respeten. Vos también podés, soltá tu corazón soltá tus ganas de vivir mañana mejor que hoy y empezá.
No dejemos que la inseguridad nos gane, no nos quedemos parados en el andén
esperando ver pasar el próximo tren.¡No!
Eduquemos pero con ganas, con valores, con límites, con amor, con  convicción, con
pasión.
Ayudemos a tratar de cambiar un  grupo, una Institución, una nación, un
mundo. Tratemos de trabajar para que sean todos los que nos sigan y no unos pocos, cuanto más y mejor se eduquen menos serán los mal educados, menos será la pobreza, menosla inseguridad y menos los degenerados que matan a un niño, sin pensar que  nadie tiene derecho a arrancarle al otro la oportunidad de vivir.
Eduquemos con sinceridad y todos tendremos un don, el don de ver un país digno donde existan las leyes, y los hombres sean capaces de aplicarlas debidamente, el don de ver un cambio positivo en nuestra  Argentina para que todos podamos ser mejores cada día, el don de ayudar, a que nadie más sea víctima de la inseguridad, de la pobreza, del abandono, de los que creen tener poder sobre otros, para  que nunca más pase,¡NUNCA MÁS- NUNCA!
                                                                                                                     Lorena Natalia

Viajes de ida y vuelta

                          
Una nueva vida pequeñita, muy pequeñita iniciaba su camino, un nuevo corazoncito así empezaba a latir dentro de mi vientre; otro en cambio aún muy joven iba desgastándose, alguien debía llegar al mundo y alguien debía irse, emprendiendo así estos viajes, uno de inicio y uno de despedida.
Agradable y feliz era una faceta, agotadora y triste la otra.
Mientras un cuerpito de niña comenzaba a desarrollarse, lentamente una nueva luz de vida reflejaba mi vientre.
En cambio, el cuerpo de él se iba desgastando y su luz se apagaba día a día.
Nueve meses de gestación difíciles para quien llevaría como nombre Abigail, y para mí.
La niña no encontraba seguramente contención, yo parecía no tener más fuerzas para brindarle a mi pequeñita todo el amor necesario para crecer.
Nueve meses difíciles para él porque si bien tenía nuestra contención padecía una dolorosa y cruel enfermedad terminal.
Recuerdo como si fuera hoy aquel vientre redondo y grande que albergaba a mi vidita, ¡Era tan lindo!, y ella, ¡Sería tan linda!
A veces me arropaba mucho y me colocaba camperas gigantes para que no notaran mi embarazo y así me dejaran entrar a la terapia intensiva para verlo.
Recuerdo sus ojos turquesas y todo el esfuerzo que hice para no lagrimear.
Seguramente el esfuerzo fue de ambas porque ella me acompañaba sin querer, quizás, en este arduo momento.
Los días siguieron su camino y mi abdomen cada vez era más grandioso hasta que llegó el esperado instante.
Una mañana al despertarme todo parecía cambiar, el viaje parecía acabar o quizás comenzar, y mientras una nueva vida llegaba al mundo otra debía partir.
No existió el dolor de las contracciones ni del parto solo emoción, amor y felicidad aunque lastimosamente esta no podía ser completa ya que se veía empañada por el contexto que atravesábamos.
Dios me ayudó a ser fuerte y a poder hacerme cargo de mi beba, ella era tan hermosa y serena que parece mentira que ya hayan pasado trece años desde el día en que la sostuve en mis brazos por primera vez.
Nunca entendí el porque de este destino, el porqué de su muerte. Pero sí pude saber el porqué de la vida y descubrir que el viaje era para los dos, para Abigail y para él.
Ella inmigraba al excepcional mundo terrenal y él emigraba como un ángel a aquel infinito espacio celestial.
Pero esto no termina acá, porque yo también viajé, para dejar de ser sólo una mujer y comenzar a ser, mujer y madre.
Y aunque estos viajes han sido muy difíciles, hoy, después de tanto están llenos de recuerdos, momentos de alegría que puedan guardarse en nuestro corazón y a la víspera de algún día revivir el encuentro de las almas para ya jamás separarse.
                                                                                             Lorena Natalia

A mi padre y mi hermano




Poema para mi Papá que descansa junto a mi hermano.

 Ahora que no estas más junto a mí
Cada día me haces más falta,
desde que me entere que habías
fallecido no supe que decir.

Sólo recuerdo que grité y
desde ese momento recordé
todo lo que hiciste por mis hermanos y por mi.

Que toleraste mucho nuestro carácter
ahora que crecimos nos hemos dado cuenta
lo mucho que nos enseñaste.

Y seguimos tu ejemplo
y como ya no estas con nosotros
sabemos que Dios te tiene junto a mi hemano, "Juanjo"
en un espacio tan grande que es el paraíso,
donde todos vamos para allá,
sé que juntos oran por nosotros.

Te extrañamos mucho Papi,
te extrañamos mucho hermano.

Los extraño y les agradezco todo lo que me han dado
que Dios los bendiga y los tenga en la gloria.

                                                                                                                                                               Lorena       

"Como no entenderte"

                      

Como no entender lo que te pasa, si es tan feo sufrir por amor.
¿ Quién alguna vez no lo padeció?.
Si yo misma hasta hoy aún lo padezco.
Te entiendo, te entiendo mejor que nadie o mejor que alguién porque hace veinte años que dejé ir de mi lado a un grande.
Hace veinte años que me equivoqué y aún no puedo cerrar esa lastimadura tan grande que nunca pude remediar y nunca dejó de sangrar.
Que feo.¡Qué feo es sufrir por amor!, si mientras estoy viva siento estar muerta, si sólo vivo de recuerdos, de aquél amor, de aquella pasión oculta en la inocencia de la adolescencia que nunca se atrevió a mostrarse tal cual era por la inexperiencia de aquél sano, inocente amor.
El único, el único de mi vida y el verdadero.
¡Qué locura!. Amor de desencuentros, amor a destiempos.
Como no entenderte, si cuando vos me amabas yo me confundía y hoy que yo te amo, estoy demás en tu vida.
Años de locura, de tratar de seguir construyendo una familia.
¿Pero qué familia?. ¡Si es una mentira!.
Años de lágrimas y noches sin descanso, años de ansiar poder volver a besar tus labios, los que me enseñaron aquél primer beso, los que me hicieron transformarme de niña a mujer.
Pero que vacio, que gran tristeza.
Traté de acercarme de diez mil maneras, hasta no dormir por sentirte cerca.
Como no entenderte, si yo tambien sufro, si lo que más quisiera es volver a verte. Si ya no me importa cual fuera ese precio, si lo que más quiero es tenerte otra vez.
Como no entenderte si yo hace tanto intento olvidarte y todavia no puedo, trato de engañarme y busco consuelo, pero no lo encuentro, jamás lo encuentro.
Si hasta cuántas veces te dije me voy, y no puedo.
¿Por qué no puedo?.
Y si la respuesta es... "que esto es amor", pero como no entenderte si soy yo la que ama pero de tu lado sólo hay compasión.
Como no entenderte si con tal que no sufras hasta un mensaje envié.Sí, y le hable a ella, para que te quiera, para que te cuide y para que vuelva, para que te ame bien.
Y con todo mi dolor le conté de cuanto la amas, aunque los restos de mi alma yo despues junté.
¡Difícil! Dificil perderte, si mi vida toda yo te la entregué, fue sólo un tiempo, un tiempo muy corto pero para mí fueron años de un amor, muy fiel.
Quizás no lo entiendas porque hoy soy madre, y ¿Qué tiene que ver?, si es a vos a quien amo y a quien amé ayer.
Fué sólo un capricho de niña rebelde que cambió el destino, maldito tal vez.
Como no entenderte si mientras te extraño y  lloro por vos, vos lo hacés por ella, porque a mí me has olvidado.
Como no entenderte, si mientras la sigues o buscas consuelo aún en otros brazos yo sigo sufriendo en esta agonía y muero de ganas de estar a tu lado.
Te amo
                                                                       Lorena

Lo vi y no lo reconocí

               

Lo vi, sí, lo vi pero no lo reconocí. Fue aquella tarde rumbo a la escuela en la que trabajaba cuando al bajar del colectivo me lo encontré, ya no era aquel  joven de pelo largo y pantalones rotos que había conocido cuatro años atrás, ya no. Aquella imagen no se parecía en nada a la actual.
 Me impacto, ver tremendo cambio y por un instante sólo pude reconocerlo al escuchar el sonido de su voz  que endulzó, después de tanto tiempo, nuevamente mis oídos.
 Sentí como si el suelo se movía y perdí entonces la relación tiempo y espacio, por que aunque  no parecía ser  él, si lo era.
Sólo había cambiado su apariencia, en cambio de vestir  esa ropa andrajosa y aquellas desprolijas mechas lucía un impecable traje gris acompañado por un cabello corto.
¡Qué cambio! ¡Qué impacto!
 No pude ocultar mi alegría, mientras sentía mariposas recorriendo todo mi ser.
 -Perdón,  por todo el daño que te causé-  me dijo con arrepentimiento, y aún más me enamoró. Tanto que no pudimos dejar de intercambiarnos números telefónicos.
 Ya no era aquél estudiante de diecisiete años que improvisaba junto a mí sus primeros besos, ya no era mi aquél  primer novio, no.
Era un hombre, un joven hombre volviendo a enamorarme para seguir siendo hasta hoy, mi actual gran amor, veintidós  años después.




                                                                                                Lorena

Un viaje no, varios viajes.

                 

Recuerdo hoy aquellos proyectos de viajes, viajes que hubiera deseado que nunca se concretaran,tal vez por un poco de egoísmo, o por no querer separarme de mis afectos o  no querer ver la realidad.
Ojalá nunca hubieran llegado esos días, pero lamentablemente llegaron y dejaron desde aquel momento un gran vacío en mi corazón.
En casa eramos cuatro hermanos, muy unidos, así nos habían enseñado nuestros padres.
 Mi hermana Nora, la mayor, luego de casarse viajó hacia Rosario, provincia de Santa Fe para allí radicarse junto a su marido.
Mi hermano Juan José  con sólo 34 años viajo hacia el imponente mundo celestial tras haber padecido durante 14 años una triste y cruel enfermedad dejando en mi familia un dolor sumamente grande.
Mi hermana Claudia mi fiel compañera, más cercana con la que todo compartía me sorprendió con la decisión de viajar a Norte América para allí iniciar una nueva vida, lejos de la crisis del 2001.
Fue tan triste la despedida, aún recuerdo ese abrazo con mis sobrinos, mis hijos de corazón, aquellos que la distancia me prohibió terminar de verlos crecer.
Pero la vida así lo quiso y hoy si bien no podemos estar tan juntos tratamos de seguir unidos a la distancia.
¡Viajes, viajes y más viajes!
Esta palabra marcó tan fuerte mi vida que hasta mi sobrina,mi ahijada, la única hija de mi hermana Nora me sorprendió al viajar, para  ingresar a la Congregación de las Hermanas Misioneras De Nazareth; pero cabe destacar que esto aquí no termina ya que el próximo mes de junio viajará a España para radicarse allí durante 5 años hasta que llegue el momento de encontrar otro destino que probablemente sea el baticano para luego ser otro y después otro el destino por el que deba viajar.
Cuantos viajes, cuanto para soportar. A veces pienso que no se si estuvo tan bien que nos enseñen a ser tan unidos, porque me siento tan sola, que parece que nunca podré adaptarme a tantos cambios a tantos viajes; viajes que nunca quizás dejen de presentarse, viajes de ida o de vuelta, o de reencuentros o de despedidas o de hasta pronto, pero viajes en fin.

Querido Luis Alberto Menghi

                                                                               
                                  

                                                               Lanús, 11 de Septiembre de 2.011

Estimado maestro:

                                    Me parece casi  imposible estar  escribiendo  esta carta, sabiendo que el próximo año no estarás junto a mí en el aula.
                                   Me es difícil poder separarme de ti, porque a pesar de lo que muchos digan yo descubrí en tus clases un mundo de maravillas, donde tus cuentos llenaban de confort mi alma y mi corazón.
                                   Difícil porque al escribir estas líneas es imposible evitar la caída de una lágrima recorriendo mi mejilla, imaginando todos los momentos compartidos, en donde dejaste todo, por el honor de dar tu cátedra a cambio muchas veces de una crítica inesperada; pero también fueron muchas las muestras de cariño de colegas y alumnos que como yo te estamos eternamente agradecidos.             
                                 Seguramente este mensaje contenga un montón de errores gramaticales, ya que cuando lo escribí solo pensé en palabras que tenía escondidas en mi ser para con vos más que en cuidar la ortografía y el formato del mismo.
                                Son muchas las historias que nos narraste desde tu humilde lugar llenándonos de sabiduría y de una constante invitación a la lucha por el aprender para ser mejor maestro cada día; en un mundo lleno de injusticia, miseria y destrucción pero donde el amor también reina en los corazones de las personas que apostamos por el cambio desde nuestro pequeño, gran espacio, desde el ámbito educativo.
                                Mi intención no es conmemorarte, ni solamente recordarte cual prócer de la educación, solo se puede hacer eso con los muertos que forman parte del pasado, y  vos no lo estás, vos estas vivo.
                                Mi intención es imitarte, en  este  largo camino  pero no desde el discurso sino desde la acción, educando  con amor; con coherencia; con alegría; con límites, muchas veces necesarios, aprendiendo a releer y reescribir cada cosa que me has instruido porque si yo no puedo hacerlo, jamás podré enseñarlo.
                               Vos me dejaste mucho desde donde aprender, ahora la responsabilidad es mía.
                               Llevo en mi esencia  tus máximas, que llenan cada lección de esperanza y no solo tiene por qué ser desde lo imaginario, todo se puede, todo puede ser real si  lucho como me enseñaste por lograrlo, es así como  trato de imitarte cual lo hiciera con mi padre desde el ejemplo y la sensatez.
                              Sé que ser educador, ser docente es un desafío que debemos afrontar a diario desde donde debemos ubicarnos como sujetos capaces de reinventar nuestro sitio, nuestra escuela, nuestra Institución; para no solo formar personas  alfabetizadas sino liberadas  del hambre, la pobreza, la desigualdad, y la injusticia.
                              Hoy  te agradezco por dejar muchas huellas lindas en mí.
                              Te agradezco porque siempre estuviste desde algún lugar acompañándome las veces que te necesité, porque pudiste escucharme y aconsejarme en  muchas ocasiones  y aunque en algún momento tal vez no haya colmado tus expectativas, de igual modo, estuviste.      
                             No alcanzan mis palabras para decirte de muchas formas distintas, “Gracias”, por enseñarme en cada clase a ser una maestra ejemplar y por despertar en mí esa niña adormecida que tenía dentro, y que disfrutó de cada relato sumergida en la fantasía de tus palabras.
                            Te quiero mucho maestro, agradezco a la vida la posibilidad  que me brindó al haberte conocido.
          
                                                                                                            Lorena Natalia

Mi biografía escolar



Que difícil comenzar a escribir mi historia dentro de la escuela, cuantos años llenos de recuerdos y olvidos a la vez.
Pero sé que hay que intentarlo, así que voy a relatar aquello que llega a mi mente hoy después de treinta y tres años de haber pisado por primera vez un ámbito educacional.
Comencé con tan sólo cuatro años mi etapa preescolar, en el Jardín de Infantes " Bichito de Luz" ubicado en la calle Héroes de Malvinas de Lanús, donde hoy funciona el teatro Jota y la escuela de danzas Diana Fernández.
Las salitas del jardín eran amplias y ya como en primer grado nos ubicábamos en pupitres sentados de a dos; mientras que la señorita se sentaba en su escritorio apoyado sobre un gran escalón que le permitía quedar a mayor altura como si estuviera sobre una tarima.
¡Cuánta formalidad! ¡Qué jerarquía!¡Qué distancia!
Diana es su nombre, como la escuela de danzas que hoy así se denomina, aún la veo y está cada vez más linda, las cirugías parecen haber borrado el paso del tiempo.
Con ella aprendí mis primeras letras, las practicaba cada vez que me daban la tablita para jugar con plastilina. Modelaba caracoles, gusanos, soles, pero las letras eran mi fuerte, me gustaba hacerlas y me salían muy bien.
El jardín  Bichito de luz, fue mi primer ámbito social después de mi familia y costó integrarme ya que mi timidez era un obstáculo importante.
Debido a esta situación citaban muchas veces a mi mamá, pero en realidad nunca supe sobre qué hablaban en particular. Ni nunca quise saberlo.
De todos modos la pasé bien, conocí amigos y me enamoré, sí, me enamoré de quién sería mi primer novio, infantil, por así decirlo.
Pero el año pasó y entre juegos, letras, amigos y el Carnavalito que bailé, llegó a su fin, pero... ¡No recuerdo cómo terminó!
Sólo sé que el año siguiente comencé una nueva etapa muy diferente. Mi primer grado, el comienzo de la escuela primaria. La misma se veía inmensa, era un gran mundo que desconocía por completo.
¡Cuántas ansias! ¡Cuánto miedo! ¡Cuántos nervios!
Entré al patio gigantesco para mí y sólo pude ubicarme en un rincón, no conocía nada del nuevo lugar, no conocía a nadie.
Me sentía débil ante aquella situación y con incertidumbre.
¡¿Qué haríamos?! ¿Cómo sería mi nueva maestra? ¿Y mis compañeros?
Fue entonces cuando una compañera, desconocida hasta el momento, se arrimó y me preguntó:
"¿Sos de primero? ¿Cómo te llamas?".
Yo le respondí ya con más confianza y tranquilidad.
Ella era muy extrovertida, contrariamente a mí; y me pidió sí quería sentarme a su lado y ser su amiga.
Nuevamente el comienzo de una etapa social, el comienzo de ver la realidad con otros ojos.
Años han pasado y dejaron de aquella amistad mucho y de la verdadera. Claudia es su nombre, con ella lo compartí todo; el micro escolar, los fines de semana enteros jugando en su casa o en la mía, el aprender a andar en bicicleta sin rueditas y más.
Y así, juntas, llegamos a segundo grado, nuevamente con la señorita Susana, la misma maestra de primero, una dulce, un bombón de chocolate que me dio toda su ternura, enseñando siempre con amor en el transitar diario; nunca se enojaba y siempre tenía en su cara una sonrisa dibujada.
Recuerdo que ese mismo año ella quedó embarazada y en la mitad del ciclo escolar debió ser reemplazada por la señorita Graciela, la misma maestra que mi hija mayor tuvo en preescolar.
Al año siguiente llegué a tercero, y comenzaron los trabajos en equipo apareciendo nuevas amistades como Sandra, la madrina de una de mis hijas. Pero también aparecieron las rivalidades y competencias.
Este fue un año difícil para mí, debido al fallecimiento de mi abuela. Pero mi señorita María Isabel, puso lo mejor de sí para ayudarme, ella sabía de mi triste situación y nunca me abandonó; de tal modo que el último examén que me permitiría pasar de año me lo dio para que lo realice en casa con ayuda de mi familia. Fue así que el fin de semana mi hermana Nora me ayudó a hacerlo, pero no me lo hizo, sólo me ayudó a poder resolverlo, y fue un logro.
Esta situación me animo a seguir, creo que de no haber sido por la maestra el duelo por la pérdida de mi abuela hubiera sido más triste aún. Ella me ayudó con el sólo hecho de darme amor, ánimo y afecto, a llegar a cuarto grado.
Cuarto grado, la revolución de la escuela. La señorita María Marta, un personaje. Con ella realizamos un paseo, y ... ¡Qué paseo!
Fuimos ese día a clases con la vianda que un día antes nos había solicitado. En su interior yo llevaba gaseosa, sándwiches y galletitas para compartir. El paseo según se le había informado a nuestros padres consistía en recorrer el barrio e ir a la plaza Carlos Gardel a merendar.
El barrio lo recorrimos, así fue, hasta ver un enorme paredón que en uno de sus laterales finalizaba para ser continuado por una serie de rejas, muchas rejas amarillas.
Por un portón central ingresamos, para visitar según la maestra a Pepe Biondi, yo no conocía quien era, lo único que imaginaba era algo relacionado a Disney Word.
¡Qué locura! Nada que ver, si ese lugar estaba lleno de cruces. ¡Qué pasaba por mi cabeza? Caminamos en fila hasta ver a Pepe Biondi, pero yo no lo veía, y lo buscaba por todos lados, hasta visualizarlo en una foto, sí, la foto de su sepultura. Pero, que desilusión yo creí otra cosa nada similar a lo que estaba sucediendo. Pero como si esto fuera poco, la señorita María del Carmen nos hizo sentar sobre las tumbas a compartir la merienda; porque plaza nunca hubo.
Esto no es broma, aunque cueste imaginarlo, y es una situación irrepetible.
Salí muy desconcertada del cementerio aún sin entender. Volvimos a la escuela y como ya debíamos ir a casa, subí al micro, me senté y no emití ningún tipo de sonido. Estaba muda y llena de dudas que debí despejar al llegar a casa.
Por supuesto que a esa docente no se la vio más en un salón de la escuela, ni siquiera fuera de él.
La suplantó la señorita María del Carmen, una amiga de la señorita María Inés. Con ella aprendí mucho y como premio a nuestro comportamiento grupal a fin de año nos invitó a una fiesta en su casa, preparada especialmente para nosotros.
La pasamos muy lindo, hubo juegos y premios; ese día fue divertidísimo, por lo menos contrarrestó con el paseo de la señorita María Marta.
Quinto grado comenzaba, este era un año de preparativos para tomar la primera comunión, todas las energías estaban puestas allí.
La señorita Celia, era la madre de una de mis compañeras, era seria y aburrida, sus actividades no te atraían nunca, eran tan monótonas sus clases, pero bueno, había que pasar el año y para compensar yo aprovechaba las horas de actividades plásticas, música e Inglés para distraerme un poco.
también me ponía feliz al ver una de las religiosas, la Hermana María del Carmen, con ella teníamos clases de catequesis, compartimos momentos gratos y entretenidos que aún hoy recuerdo.
Sexto y séptimo grado los compartí con la señorita Olga, la actual directora del Instituto, un ejemplo de maestra, recta, cariñosa y exigente a la vez. Sólo que debía poner límites debido a algunos problemas de conducta de ciertos compañeros. ¡Cómo olvidar al famoso Gerardo Vargas! ¡Pobre!. Se portaba tan mal que ante reiteradas sanciones lo echaron de la escuela. La verdad es que esta situación me apena, porque conmigo era muy buen compañero y siempre me pregunto: ¿Qué será de su vida hoy?.
Con respecto a los contenidos aprendimos mucho, especialmente en matemáticas, aún hoy recuerdo perfectamente la regla de tres simple y compuesta.
Este fue el fin de mi escuela primaria, en la que adquirí valores semejantes a los que mis padres me inculcaron y pude desenredar millones de problemas matemáticos semejantes alos de la cotideaneidad.
Aquella amiga, una hermana elegida para caminar juntas el tránsito de la vida. Aunque la escuela que nos unió esta vez nos separaba, ella cursaría secundario comercial por la tarde y yo haría el secundario bachiller por la mañana.
De todos modos había que seguir, otras amistades me acompañaron, entre ellas Sandra.
Fue un año lindo en la escuela pero triste en mi casa.
Mi hermano Juan José con veintiún años se enfermó de cáncer y yo no podía pensar nada más.
Puse lo mejor de mí, y más también pero ese año repetí la escuela. Fue este el año más triste de toda mi escolaridad.
Me llevé tres materias y por una repetí, no pude rendir y sobre mi pupitre lloré hasta quedarme sin lágrimas. Sufrí mucho, yo sola sabía sobre mis problemas no había contado nada acerca de la salud de mi hermano.
Mientras lloraba la profesora de Lengua se me acercó y acariciándome la cabeza me aclaró que si bien había reprobado su materia, no era por su culpa que repitiera de año sino que era por las otras dos materias.
¡Cuánta crueldad!. Sentía que era mucho para mí y que no podría soportarlo, pero pude.
Me echaron del colegio por haber repetido; sin tener en cuenta mi conducta y mi desempeño durante todos los demás años.
Repetí, sí repetí. "¡Qué mala palabra!". Mi mamá para sumar más entusiasmo a la situación me prohibió que le cuente a la gente que había repetido el año. Claro, esto era una mala palabra yo era entonces la oveja negra de la familia.
Al otro día y con los ojos rojos e hinchados de tanto llorar, mi hermana Claudia fue la encargada de acompañarme a buscar una escuela nueva para inscribirme, recorrimos todos los colegios de Lanús, en los estatales ya no había vacante y en los privados no aceptaban repetidores, horas y horas caminando sin conseguir nada.
Una amiga al enterarse de lo que ocurría vino a mi casa y dijo que ella podría llevarme al Instituto Nuestra Señora de Lourdes, a la otra mañana fuimos, nuevamente mi hermana me acompañó allí me inscribieron considerando mi buena conducta.
Y como dice el dicho "No hay mal que por bien no venga". Conocí lo mejor de la educación allí, fue la etapa más linda de mi secundario.
En primer año los repetidores podíamos cursar sólo las materias que nos habíamos llevado, pero a mí en casa como castigo me obligaron a recursarlas todas.
No me importó, seguí sin quejas sabiendo que la prioridad era la salud de mi hermano y yo debía evitar sumar más problemas.
Por cierto su enfermedad, ocupo toda mi adolescencia y parte de mi juventud, lamentablemente mi hermano falleció a los treinta y cuatro años, luego de haber pasado por dieciséis intervenciones quirúrgicas.
Hubo entonces altibajos continuamente, pero yo seguí poniendo lo mejor de mí para finalizar el secundario, que ninguno de mis hermanos había terminado. Yo quería hacerlo, no sólo como un logro personal, sino como premio para mi papá que pasó su vida trabajando para que no nos falte nada.
Como apoyo me acerqué a la Iglesia de la escuela, todas las mañanas al ingresar iba a rezarle a mi Virgencita, Nuestra Señora de Lourdes.
En segundo año me fue más que bien, ese año me enamoré de la Literatura; amé y amo escribir, sueño con ser escritora pero aún no sé cómo se llega a esto. ¿Cómo?
Sólo sé que deseo escribir para los adolescentes, para los que necesitan escuchar aún un consejo, una palabra de aliento, una experiencia de vida, un ejemplo de valores. Para ellos que son el futuro de nuestro país, para ellos que desde su lugar pueden cambiar el mundo.
La matemática fue ese año mi otro potencial, me gusta mucho y es otra materia pendiente pero como sé que en la vida no se puede hacer todo y que no me alcanzarían los años para estudiar apuesto a la Educación y a las letras tratando de hacer de esto lo mejor, apostando todo.
Cuando comencé mi tercer año había dos opciones Bachiller y Bachiller con orientación docente (BOD), demás está decir que opté por el BOD, desde niña sabía que iba a ser docente y así sería.
Con mis compañeras ese año la pasamos muy bien, comenzaron nuestras fiestas de quince años y como el Lourdes era una escuela de mujeres, necesitábamos varones por lo que cada una llevaba  a esas fiestas a sus amigos, creando un gran grupo compartido.
Estábamos en la edad en que ya comenzábamos a enamorarnos, nuestra ventana daba a las ventanas de los fondos de la Sagrada Familia y por ellas nos masajeábamos a través de carteles gigantes que escribíamos de tal manera que puedan leerse a una cuadra de distancia.
Yo en esta escuela fui  feliz, disfruté de todos los momentos y me divertí, a tal punto que un día me encerré en el confesionario de la Iglesia con una compañera para no asistir a la clase de Francés, ese día teníamos prueba y no habíamos estudiado porque había sido una semana de tareas excesiva, entonces como mis notas en Francés eran buenas preferí no asistir a esa clase para no arruinar el promedio.
Pero la conciencia nos remordió y volvimos al aula, en la hoja de mi examen yo escribí:
"Perdón, usted no merece esto, pero no estudié". Lo demás estaba todo incompleto, así entregué.
La profesora un sol, nunca se enojó por esta situación.
Al comenzar cuarto año la escuela construiría su gimnasio, todos colaboramos para que así fuera, el día de la inauguración fue espectacular, yo integraba el coro de la escuela creado exclusivamente para el día de la inauguración.
Ya estaba más cerca de la etapa final, cerca del esperado viaje a Bariloche; para recaudar dinero hicimos rifas, desfiles y fiestas. Participamos también del programa " Feliz domingo para la Juventud" y aunque no ganamos con la llave trece, la pasamos muy lindo.
Este año apareció nuevamente el amor en mi vida, mi verdadero amor y como pequeño detalle llevaba el mismo nombre de aquél amor infantil, Alejandro.
Con el correr de los días llegué al último año de esta gran etapa, envuelta en alegrías, tristezas, deseos y ansias.
En mi casa con tantos disgustos mi papá se enfermó del corazón debiendo dejar de trabajar en su empresa. Decidió así poner un negocio en casa.
Yo ayudaba en lo que podía sin descuidar mis estudios.
Muchos profesores nos decían que al finalizar el secundario íbamos a comenzar a conocer realmente como era la vida, llena de responsabilidades. Pero la mía había comenzado hacía rato. Había crecido más que de golpe.
En el curso organizamos muchas cosas, para destacarnos del resto de la escuela nos hicimos un buzo al cual le imprimimos en la espalda: " Egresados 1.991", era color rojo, ya que la escuela así lo había permitido para que convine con el resto del uniforme.
También pintamos una bandera con el dibujo de Minie,  yo hice las letras en tela y con ellas armamos los nombres de las once integrantes del curso. También mandamos a hacer unos distintivos con el mismo dibujo que llevábamos en la corbata enganchado junto con el clavo recibido por las ex alumnas que habían terminado quinto año, un año antes.
La escuela tenía esa tradición, un clavo saca a otro.  Entonces al terminar yo mi quinto año debía pasar el clavo a una alumna de cuarto, pasando este de generación en generación.
El día 26 de junio mis compañeras viajaron a Bariloche, yo no, opté por no hacerlo, aunque me moría de ganas.
Mi papá debía operarse del corazón y yo sentía que no podía irme, ni ocasionar tremendo gasto.
Me perdí así el viaje que tanto ansíe desde que inicié el secundario, pero debía ser así.
Debía estar para colaborar en mi casa, y ayudar en lo que me necesitaban.
El secundario llegó a su fin, fueron mis padres los que me entregaron el diploma, en una ceremonia formal.
Luego realizamos un brindis para familiares, profesores y amigos, y un baile de despedida en Mi Club.
Debía decidir qué hacer, donde estudiar pero aún me habían quedado dos materias para rendir.
Al año siguiente no me anoté en ninguna carrera, me dediqué a trabajar en el negocio de mi papá ya que él con su operación había muchas cosas que no podía hacer  y  necesitaba ayuda, yo era la que estaba más libre para brindarle este apoyo mis hermanos trabajaban, estaban casados y ya tenían su propia familia;  por la mañana temprano y en algunas horas de la tarde me dedicaba a dar clases de apoyo para alumnos de la escuela primaria y secundaria con este trabajo obtenía algo de mi propio ingreso pero aparte encontraba satisfacción por no abandonar de alguna manera la escuela.
Luego mi prima me recomendó para trabajar en una empresa en Avellaneda, pero nunca dejé de dar clases, y trataba de repartir mis horarios para no descuidar nada.
Al año siguiente mi papá falleció y cerramos el negocio, mi mamá no podía manejarse sola y yo no podía con todo.
Decidí así volver a estudiar y comencé la carrera de Maestra Jardinera en el Centro de Estudios Lomás (CEL), me fue simple cursar esta carrera, y muy gratificante. Estudié mucho y trabajé madrugadas enteras para llegar con las mejores notas al final de la cursada.
Los profesores, eran idóneos en su tarea, siempre encontré en ellos respeto y dedicación por lo que hacían.
La Profesora Adriana, directora del Instituto conocía a cada alumna, me sentía muy cómoda.
Mis prácticas las realicé en el Jardín de Infantes -Los tres ositos- de la localidad de  Ezeiza y en el Jardín de Infantes - La ardillita traviesa- de la localidad de Remedios de Escalada, obtuve excelentes notas y medalla al mérito.
 Debido a mi buen desempeño la directora del Instituto habló con la dueña del jardín La ardillita traviesa, recomendándome para trabajar allí. Trabajé así durante ocho años en este jardincito, hasta que se cerró.
Paralelamente a esto me casé en la Iglesia Nuestra Señora de Lourdes, y como fruto de esta unión nacieron Abigail Ludmila y Tatiana Lourdes, quien lleva el nombre de la Virgen en agradecimiento a las veces que la necesité.
Mi vida continuo, entre el trabajo, el hogar y la familia; pero yo necesitaba volver al aula.
Por lo que decidí estudiar después de dieciséis años Profesorado en Educación Primaria, con el fin de luego poder hacer su licenciatura.
Hice así el ingreso a la carrera luego de haber aprobado los dos exámenes de ingreso.
El primer año no me costó nada, puse en él todas las energías, éramos muchos compañeros en el curso y compartíamos bastante fuera del aula.
Disfruté mucho del espacio de la práctica, dictado por la profesora Casalderey, y  del  TAIN, que me permitió contar la experiencia vivida en ámbitos educativos no escolares.
Amé las clases del profesor Osvaldo Elías, las mismas que aún hoy añoro y padecí las clases de la profesora Firbeda, aunque con mucho sacrificio y estudio pude aprobar con diez el final.
En segundo año, puse lo mejor que pude para no tener que recursar ninguna materia, fue un año pesado para mí ya que debí operarme, y falte bastante al Instituto, de todas maneras este año me sirvió para conocer más a mis compañeros, y para redescubrirme a mí misma aprendiendo que no todo lo que reluce es oro.
Ahora curso el tercer año, feliz por todo lo que soy capaz de hacer.
Soy madre, docente y una mujer con mentalidad política; que desea sembrar en los niños y jóvenes saberes que les permitan ser felices y ayudar a mejorar nuestra sociedad, nuestra Argentina, nuestro mundo todo.
La escuela es mi vida, nunca dejé de asistir a ella ni como alumna, ni como docente, ni como madre; creo que siempre así lo será, la escuela es mi dulce transitar diario, es aquel lugar donde podemos dejar plasmado mucho de nosotros, nuestras huellas y nuestro dar.
Es mi vida.
                                                                          Lorena Natalia